domingo, diciembre 23, 2007

Una noche, de esas de antaño

Hace mucho tiempo que no me quedaba despierta hasta tarde.
Trabajando o haciendo como que trabajo, pero con la presión de terminar algo que he empezado, pero que las letras tergiversadas de mi cabeza me impiden concluir.
Esa sensación que me ha acompañado durante los largos años de colegio y universidad, la anisedad de volcar letras sobre el papel, así de pronto y sin pensarlo mucho, de llenar y llenar hojas y la sensación de conformidad después, cuando mi mano se agota.

Esta es otra noche como tantas otras, otras que parecen pertenecer ya a tiempos antiquísimos, cuando las mismas responsabilidades me incitaban a pasar largas noches en vela.
Hoy las responsabilidades y los desafíos son otros, y me hacen tender hacia el levantarme temprano, hacia el aprovechar la luz del día y dejar la noche sólo para dormir.

Así que disfruto cada una de estas letras como si fuera un fruto delicioso, como si una vez más me fuera permitido gozar de un privilegio añorado y ausente.
Lejano, perdido entre la cotidianidad, mi pequeño oasis.

Una vez más, todos duermen mientras yo permanezco despierta y retomo la vieja costumbre de deambular por mi casa, deteniéndome en silencio y sin soltar cigarro en cada una de las habitaciones.
Escuchar el respirar de las que duermen, intentar descubrir sus rostros en la penumbra y sonreir.
Imaginar que estarán soñando, si serán ilusiones reconfortantes o pesadillas desgarradoras.

En fin, vuelvo a mi silla fría, cierro los ojos y pienso en todo aquello que el tiempo parece atenuar en mi memoria.
Y advierto que mis recuerdos parecen menos intensos, que mis precupaciones se han vuelto menos importantes, que aquellas experiencias dolorosas parecen ya no ser tan dolorosas y las alegrías parecen menos completas.
Como si todo estuviera por ocurrir, como si estos 23 años de devenires no fueran más que el prólogo de una historia que aun no sucede, que está por venir.

Y que es lo que vendrá.
Que será de mi y mis letras cuando amanezca.
Si estoy un poco más viva o al contrario, más cerca del final.
Si mañana volveré a tomar el lápiz, si intentaré dibujar con trazo inseguro el curso de mis ideas.
Si viviré una historia que merezca ser contada, o si mi vida será finalmente sólo un montón de ideas inconclusas.

Me pongo de pie y bajo la intensidad de la luz que alumbra mi habitación.
La brisa sobrecogedora de la noche me reconforta con su frescura.
El disco de Johny Cash ya va a terminar.
He decidido que quiero escucharlo de nuevo.

1 comentario:

Efe dijo...

Que las horas se pierdan en la bruma de los días venideros. Que las certezas de nosotros mismos se hagan cada vez más extrañas, para que, de ese modo, se vuelvan motor de esa mano que empuña la pluma y poder encontrarte de tanto en tanto. Y, por si el lapso siguiente se hace más largo de lo previsto, déjame mandar un susurro al viento que roce tu oido, que te alcance una voz que te reconforte estas noches, que diga: Feliz año nuevo, con todo y todo.

Con todo y todo...

Un abrazo desde esta caótica ciudad de México