domingo, enero 29, 2006

Presagios

He guardado silencio y contemplado con calma la oscuridad de la noche cerca del mar, he olvidado como lucia mi rostro ante el espejo. Llevo semanas durmiendo sobre el suelo y fumando en un solitario balcon con la brisa fresca como unica compañia.
Pense que alejarme de mi casa, de mi familia, de mi circulo mas estrecho me ayudaria a redescubrirme, a indagar en las causas y los porques que me atormentan cada vez con mas frecuencia. En el calor del verano Santiaguino, en las noches de estudio, durante las mañanas de invierno, en los almuerzos familiares, en las risas vanales, con gente que no me interesa, incluso ahora que estoy sola. Pero solo encuentro silencio, un silencio ensordecedor que me mantiene quieta e inmovil, imperecedera...
No puedo quitarme ese sabor metalico de los labios y tener la certeza que soy una sobreviviente. Me siento como esas palmeras que quedan en pie despues dos huracanes o de los maremotos. Esas que son sacudidas por rabiosas tempestades y por su flexibilidad resisten estoicas, pero tambien con una simple brisa pareciera que van a ser doblegadas. Su fuerza reside precisamente en la capacidad de no ser completamente rigidas ante la fuerza de la naturaleza, incluso pareciera que se dejan llevar. Pero resisten.... y siguen ahi.
A veces temo que en ese eterno aguantar, un dia termine por ceder y entonces no se que pasaria. Porque demasiado intrincados son los caminos de una mente angustiada. Que zozobra, que delirio, que desia, que desilucion, que hastio. En eso se convierten mis 21 años, mi imaginacion y mi pluma. Y no se que hacer para detener la caida, ni donde refugiarme, ni como apaciguar el hambre de un presagio aciago que se cierne sobre mi frente.

sábado, enero 14, 2006

La magia del ocaso sobre un bus

" Y tratare de exprimir algunas gotas de dulzura de mi temor y mi tristeza. Despues escuchare el viento y la lluvia. Luchare contra los latidos de mi corazon, deseare la muerte, implorare a Dios. Hasta que todo pase, hasta que la desesperacion se fatigue, hasta que consiga algo parecido al sueño y al consuelo. Asi era entonces y asi seguira siendo hasta que llegue el fin. Una y otra vez tendre que pagar con estos dias mi vida hermosa y amada. Una y otra vez volveran estos dias y noches el miedo, el hastio y la desesperacion. Y aun asi vivire. Y aun asi, amare la vida."

Despues de un año marcado por mas noches de vigilia y tabaco, que por veladas de sueño tranquilo y reponedor, decidi tomar mis maletas y buscar nuevos aires en el sur de Chile. Siempre es dificil tomar decisiones, cambiar la comodidad de tu casa y la seguridad de tu familia por un poco de incertidumbre. La universidad impone realizar tres practicas profesionales asi que me busque una lejos del ruido de la ciudad. En realidad tome algunas ropas y sali arrancando. Los vicios de la ciudad me carcomian y estaba al borde de un colapso mayor. Necesitaba aire, necesitaba reencontrarme. Aun ahora necesito que la fria brisa marina me golpee fuerte sobre la frente para reaccionar. El tiempo se acababa, los ultimos granos de arena del reloj amenazaban por dejarse caer sobre mis ojos atonitos. El tiempo se acaba.

Asi me embarque en mi solitaria travesia. Los dias pasaron lentos y el silencio se hizo protagonista. Fue facil dejarme seducir por el clima y por las caminatas sin apuro sobre el asfalto mojado. Porque hay lugares donde si llueve en verano, dificil de creer considerando el infierno de la capital. Pero ante todo el silencio y la soledad, mi mirada que no experimentaba variaciones, que parecia recortada de un cuadro o una revista. Como si yo mi misma no estubiese dentro de mi cuerpo y me buscase con los ojos cerrados en la oscuridad. Conoci gente y asisti a veladas sin conocer a nadie, vesti mi mejor vestido solo por el placer de vestirlo, fume cada noche un cigarro en el balcon sin importar si habia luna, lluvia, nubes o todas a la vez. Me sonrei a mi misma frente al espejo, pero aun asi mis ojos no cambiaban. Porque a pesar de mis ilusiones me senti vacia y el hastio del cansancio dio paso a una angustia apremiante, a un extrañar sin dolor, pero que aun asi me doblegaba por las noches.

Luego de un mes, decidi volver a casa a ver a mi familia y retomar el hilo de mi vida para continuar adelante. Me subi al bus un viernes por la tarde, me esperaba un viaje de 7 horas hasta volver Santiago. Hace muchos años que no viajaba en bus, asi que espere disfrutar mi asiento junto a la ventana, escuchar musica, quizas leer, dormir un poco, pensar mientras obserbaba el paisaje. Las primeras horas pasaron rapidas, el sol hizo que la atmosfera se hiciera densa y me llenara un sueño inquieto y sobresaltado. El bus llego pronto a su primera parada y baje lo mas pronto que pude, me asfixiaba en ese espacio tan pequeño, no lograba acomodar mis rodillas, no sabia si volver era lo correcto, me cuestione el fin de mis decisiones, me pregunte si los pasos que daba me seguirian dejando un sabor amargo en los labios o si por el contrario me entregarian el placer de la dulzura. Una vez que puse los pies sobre la tierra encendi un cigarrillo y llame a casa para avisar que iba en camino. La alegria que provoco mi llamada aplaco un poco mi pesar interno, ese pesar que sin razon siempre me acompaña. La mirada de un desconocido me sorprendio entre el tumulto. Mi bus partiria pronto y desee poder indagar que habia tras esos ojos durante mas tiempo. Me di la vuelta y aborde el bus abarrotado de gente, camine hasta mi asiento y ocupe mi puesto junto a la ventana. La suerte me acompaño, lo vi venir a lo lejos y desee que ocupara el asiento disponible que habia a mi lado, pero no fue asi. La noche llegaria pronto, ya estaban proximas las tenebrosas horas del ocaso. Y yo ahi en medio de gentes desconocidas, llenas de silencio, anhelando volver a mi hogar. El muchacho estaba a un par de asientos del mio pero a una distancia infinita. Sus ojos me perturbaban, entendi que ya no dormiria mas durante el trayecto. El tiempo pasaba lento, pero el fin del viaje llegaria inminentemente. Pronto olvide cualquier entretencion que hubiera planificado para el viaje y me dedique unicamente a mirar al desconocido. Primero intentando que no se notara mucho, luego con insistente descaro. Me hubiera gustado preguntarle como se llamaba, donde vivia, porque viaja, y sobre todo, por que su mirada parecia no cambiar de expresion. Me impresionaban esos ojos que me observaban sin mirarme, su mirada que me atravesaba por instantes y la mia que permanecia fija sobre la suya. Y asi todo el camino, crecia mi inquietud.

La situacion se volvia insostenible, habia algo de hechizo en esa mirada. Milenaria, antiquisima, sin tiempo y sin edad. Luego pensaba que yo debia estar loca para acosar a un desconocido de semejante manera... pero hay instintos que son mas fuertes que la razon, que no necesitan mayores justificaciones y cuyo unico sentido es darle esa pizca de inquietud y sin sentido a la rutina. Me deje llevar por la magia de la noche, a ratos cai en un letargo intemporal, a ratos desperte y continue mirando a mi compañero en la oscuridad. Sentia una creciente sensacion de complicidad y tuve la certeza que el tambien compartia ese juego. Pero imposible saber como lo percibia, ni que pensaba, ni nada... y quizas eso sea lo mejor de todo. Que un viaje se puede tornar magico si te dejas llevar por el anhelo de ver mas alla de lo superficial, si adquieres la sensibilidad y el temple para concretar las locuras e indagar aquello que te aqueja. Mi complice de aquella noche se bajo de improvisto, solo me dejo tiempo para escribirle apresurada que iba a escribir sobre el y la direccion de esta pagina.

Mañana me vuelvo al sur, me espera otro largo viaje de ida...o de regreso...