miércoles, abril 26, 2006

No te salves

Hoy reconocí un aroma de antaño, lejano y anacrónico. Perdí el contacto visual con lo que creí sería mi futuro y me deje guiar por mis sentidos que durante tanto tiempo permanecieron adormecidos. Me abandoné al deambular errante en busca del pasado y de todo aquello que puede hacerte rememorar un arona olvidado, un matiz distinto en el cielo, un sabor estival.
Y encontré en mi memoria rostros de gentes que no recordaba, que no recuerdo, rostros que no se porque se encuentran plasmados ahí. Y me intriga saber a quienes pertenecen, si fueron aquellos personajes los que sigilosamente plasmaron sus vivencias en mi memoria e hicieron que mi mente creciera más rápido que mi cuerpo, dejándome abandonada como un ser que ya lo ha visto todo sin haberlo vivido.... o por el contrario, si fueron los mismos que se robaron mis recuerdos y dejaron un cuerpo adulto vacío, con recuerdos incoherentes de años demasiado lejanos como para que aún mantengan algún sentido.
Camino por las calles desiertas de la capital en busca de rostros neuvos, alguno que me otorgue algún indicio de las imágenes que me aquejan al cerrar los ojos... Como si pudiese resolver mis conflictos internos desde afuera, como si la aparición de una mano sobrehumana con capacidad de remediarlo todo y en cuyo regazo pudiese descansar fuera inminente.
Son los primeros fríos de Mayo, el otoño de la ciudad más gris.
Ya el sueño no me vence tan fácilmente, mantengo mis ojos abiertos y siempre indagando miradas ajenas, investigando, observando con recelo, al acecho, en posición de casería.
Revuelvo una vez los papeles en mi habitación en busca de alguna pista, alguna señal olvidada que hubiese pasado inadvertida... pero solo encuentro papeles a medio escribir, colillas de cigarro, cenizas de noches pasadas, lapices olvidados y desorden.
La noche es siempre demasiado corta. El alba amenaza con su llegada inminete, se aproxima rauda con el aroma de la mañana. Y yo continuo sin dormir, temiéndole a la luz del sol que ya viene, al frío de las próximas horas.
Bajaré los brazos y abandonaré mi lucha.

No puedo permanecer inmóvil al borde del camino, ni congelar mi júbilo, ni querer con desgana. Hoy no hay salvación posible, nunca, no hay salvación. La calma que no llega...
Así que permaneceré despierta aún un moneto más y quizás logre dormir con el sabor de la disyuntiva en mis labios: si me duermo sin sueño o logro por fin seguir una pista de aquello que me aqueja.

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