domingo, mayo 21, 2006

Llena de Ira

Que días lúgubrese me han venido encima, Emilia. Que deseo colosal de haber contado con tu abrazo calido y tu beso firme donde paciguar mis resquemores y zozobras y tan lamentablemente familiares.
Que soledad inmensa es esta que se queda cuando el otoño comienza a ganarle la guerra al verano y las noches se vuelven aún más solitarias, más grises, más frías más oscuras...
Me ha llenado la rabia y la impotencia de ver los días sucederse unos tras otros, iguales, anacrónicos y silenciosos, y más aún, de observarme a mi misma observandome observándolos. He visto transformar mi rostro frente al espejo, la metamorfosis entre una sonrisa liviana e irónica y una mueca ordinaria y ruin.
Me ha aturdido el deseo de apuñalar a quienes se han acomodado a mi cómoda postura de observadora, de matar si alguien pregunta si estoy cansada o si tengo hambre, si me vuelven a interrogar una vez más con vanalidades y me obligan a llenar mi boca de trivialidades con sabor a barro y musgo. En este momento soy capaz de hacer daño Emilia...
He estado al borde del colpaso, he visto temblar el último indicio de humanidad , ese que llevaba en el bosillo del pantalón. He estado al borde del colpaso, de perder la calama, el respeto y la serenidad y tomar a Santiago por el cuello y azotarlo contra el concreto y gritarle que me deje tranquila, que no soporto sus frases triviales y sus cliches. Estoy a punto de escupir sobre su rostro, sobre esa boca que idealizó una imagen mía que no existe, que me denigra, que me pervierte.
Emilia, es verdad que han sido muchas las veces que me he dejado encandilar por las palabras irreales y efímeras de la luz. Y sabes también como ha sido Santiago una señal, un presagio de tiempos aciagos. Es que a veces resultaba mejor dejarse ahogar rápidamente en la superficie inmunda y pestilente de Santiago que hundirse lentamente en la profundidad del sin sentido.
Pero termine con los labios secos y con el sabor de la inmundicia en mi boca. Me robó una única sonrisa angustiante. En cada uno de mis gestos le revelo hoy mi desprecio.
Vuelvo a las andadas y me vomito gritando un sueño.
No me quedan balas.
Ya no me sale el sol ni al acostarme.

1 comentario:

Anónimo dijo...

pregunta 1, quien es Emilia??? ... no me has hablado de ella ...
cosa 1, a veces siento que santigo me esta asfixiando y que no puedo hacer nada para respirar .. y entonces es cuando me libero y me largo de esta ciudad sin identidad y con su capacidad excedida en millones ... siento aca que soy una sardina mas de la lata y las ganas de dejar dde serlo se esfuman al respirar el aire viciado ...
cosa 2 ..Animo!!!!!!!!!!!!!!
cosas 3 besitos
jose